miércoles, 12 de marzo de 2014

Mente y Meditación

Cuando la mente no tiene pensamientos, eso es lo que se conoce como meditación. La mente se queda sin pensamientos en dos estados: el sueño profundo y la meditación. El sueño profundo y la meditación tienen algo en común y algo diferente. Una cosa es similar: en los dos estados, el pensamiento desaparece. Una cosa es diferente: en el sueño profundo, también desaparece la conciencia, mientras que en la meditación permanece. Así pues, la meditación es igual que el sueño profundo, pero con conciencia. Estás relajado, como en el sueño profundo, pero estás consciente, completamente despierto… *
En el sueño profundo pasas a un estado de no-mente, pero sin conciencia. No sabes dónde te están llevando, aunque por la mañana sentirás el impacto y el efecto. Si de verdad ha sido un sueño profundo y hermoso, sin ensoñaciones que te perturben, por la mañana te sentirás fresco, renovado, vivo, rejuvenecido, otra vez lleno de entusiasmo y energía. * Así pues, meditación significa permanecer tan relajado como cuando estás profundamente dormido, pero manteniéndote alerta. Mantén la conciencia… deja que desaparezcan los pensamientos, pero la conciencia debe mantenerse. *
¿QUÉ ES LA MENTE?
La mente no es una cosa, sino un suceso. Una cosa tiene sustancia, un suceso es solo un proceso. Una cosa es como una roca, un suceso es como una ola. Existe, pero no tiene sustancia. Es solo algo que ocurre entre el viento y el mar, un proceso, un fenómeno. Esto es lo primero que hay que entender, que la mente es un proceso como una ola o como un río, pero que no tiene sustancia. Si tuviera sustancia, no se podría disolver. Como no tiene sustancia, puede desaparecer sin dejar la menor huella.
La mente es solo un proceso. De hecho, la mente no existe: solo existen pensamientos, pensamientos que se mueven tan deprisa que a ti te parece y sientes que allí existe algo con continuidad. Viene un pensamiento, y después otro, y otro, y muchos más… hay tan poca separación entre ellos que no puedes percibir el intervalo entre un pensamiento y otro. Y así, dos pensamientos se unen, forman una continuidad, y debido a esa continuidad tú crees que hay una mente. * Los pensamientos existen; la mente no existe. La mente es solo apariencia. Y cuando miras hacia las profundidades de la mente, esta desaparece. * Cuando no hay mente, te llega inmediatamente la percepción de que ya no participas en los pensamientos. Los pensamientos están ahí, pasando a través de ti como pasan las nubes a través del cielo, o el viento a través de los árboles. Los pensamientos pasan a través de ti, y pueden pasar porque tú eres un inmenso vacío. No hay impedimento, no hay obstáculos. * Y cuando empiezas a sentir que los pensamientos van y vienen y que tú eres un observador, un testigo, se adquiere dominio sobre la mente. La mente no se puede controlar en el sentido ordinario. * Si alguien estuviera controlando la mente, sería solo una parte, un fragmento de la mente controlando otro fragmento de la mente. Eso es el ego. La mente no se puede controlar de ese modo. * El vacío interior puede ver, pero no puede controlar. Puede mirar, pero no puede controlar… pero la simple mirada es el control; el fenómeno mismo de la observación, de ser testigo, se convierte en maestría porque la mente desaparece. *
La mente no es nada más que la ausencia de tu presencia
Cuando te sientas en silencio, cuando miras a las profundidades de la mente, la mente simplemente desaparece. Quedan pensamientos, que son existenciales, pero la mente no se ve por ninguna parte. Pero cuando la mente desaparece, se hace posible una segunda percepción: puedes ver que los pensamientos no son tuyos. Claro que te llegan y a veces se quedan algún tiempo en ti, y después se marchan. Eres una parada en su camino, pero no se originan en ti. ¿Te has fijado alguna vez en que de ti no ha surgido ni un solo pensamiento? Ni un solo pensamiento se ha formado por medio de tu ser; siempre vienen del exterior. No te pertenecen: planean sobre ti sin raíces, sin hogar. * Y después siguen moviéndose por sí solos; tú no tienes que hacer nada. Si te limitas a observar, adquieres control. *
Desde cierto punto de vista, la mente es como las olas: una perturbación. Cuando el mar está en calma, tranquilo, sin perturbaciones, no hay olas. Cuando el océano es perturbado por las mareas o por un viento fuerte, cuando se forman olas enormes y toda la superficie es un caos, entonces, desde cierto punto de vista, la mente existe. La mente es una perturbación de la conciencia, como las olas son una perturbación del mar. Algo ajeno ha intervenido: el viento. Algo procedente del exterior le ha ocurrido al mar, o a la conciencia los pensamientos o el viento, y se produce el caos. Pero el caos siempre está en la superficie. Las olas siempre están en la superficie. En las profundidades no hay oleaje; no puede haberlo, porque el viento no puede penetrar en las profundidades. Así pues, todo ocurre en la superficie. Si te desplazas hacia dentro, adquieres control. Si te desplazas desde la superficie hacia dentro, llegas al centro. De pronto, aunque la superficie esté perturbada, tú ya no estás perturbado. Toda la ciencia de la meditación consiste simplemente en centrarse, en moverse hacia el centro. * Y desde allí, toda la perspectiva cambia. * Entonces se adquiere dominio, y no un control forzado, sino un dominio que se produce espontáneamente cuando estás centrado. Centrarse en la conciencia es el dominio de la mente. *
Desde otro punto de vista, la mente es como el polvo que se va acumulando en la ropa de un viajero. * Capas y más capas de polvo, y tú crees que esas capas son tu personalidad. * Te has identificado con ellas. La mente es el pasado, la memoria, el polvo. A todos les cae encima… si viajas, recogerás polvo. Pero no hay necesidad de identificarse con él, no hay necesidad de unificarse con él, porque si te haces uno con él vas a tener problemas, porque tú no eres el polvo, eres conciencia. * ¿Acaso eres solo polvo, capas de polvo, o hay algo más adentro que no es polvo, que no pertenece en absoluto a la tierra? * La mente es el pasado, la memoria, todas las experiencias acumuladas, en cierto sentido. Todo lo que has hecho, todo lo que has pensado; todo lo que has deseado, todo lo que has soñado… todo, tu pasado total, tu memoria… la memoria es la mente. Y a menos que te desprendas de la memoria, no serás capaz de dominar la mente.
¿Cómo librarse de la memoria?
Está siempre ahí, siguiéndote. De hecho, tú eres la memoria, así que ¿cómo desprenderse de ella? ¿Quién eres tú, sino tus recuerdos? Cuando te pregunto: «¿Quién eres tú?», me dices tu nombre. Eso es tu memoria. Tus padres te pusieron ese nombre tiempo atrás. Yo te pregunto: «¿Quién eres?» y tú me hablas de tu familia, de tu padre, de tu madre… Eso es un recuerdo. Yo te pregunto: «¿Quién eres?», y tú me hablas de tus estudios dé tus títulos, de que eres diplomado en arte o doctor en medicina, o ingeniero, o arquitecto. Eso es un recuerdo. *
¿Cómo librarse de los recuerdos?
Recuerda siempre que «esto me ha pasado a mí, pero yo no soy esto». Claro que naciste en cierta familia, pero eso no eres tú; te ha ocurrido a ti, es un suceso exterior a ti. Claro que alguien te puso un nombre eso tiene su utilidad, pero el nombre no eres tú. Claro que tienes una forma, pero tú no eres la forma; la forma es solo la casa en la que vives. * Observa y discrimina. * Sigue suprimiendo todas las identidades que no son tú: la familia, el cuerpo, la mente. En ese vacío, cuando todo lo que no eres tú ha sido eliminado, tu ser emerge de pronto. Por primera vez te encuentras contigo mismo, y ese encuentro se convierte en maestría.
No se puede detener el pensamiento. No es que no se detenga, pero no se puede detener. Se detiene por sí solo. La no-mente no surge deteniendo el pensamiento. Cuando ya no hay pensamiento, hay no-mente. Pero el esfuerzo de detenerlo creará más ansiedad, creará conflictos, hará que te dividas. * Porque la quietud forzada no es silencio. Por debajo, en las profundidades del subconsciente, la mente reprimida sigue funcionando. ¿Qué es lo que hay que hacer? * Observa. No trates de detenerla. No hay necesidad de realizar ningún acto contra la mente. * No intentes detener la mente o el pensamiento… solo obsérvalo, déjalo fluir. * Observar la mente significa mirarla con profundo amor, con profundo respeto, con reverencia. * La mente en sí misma no tiene nada de malo. Pensar no tiene nada de malo en sí mismo. Es un proceso muy bello, como otros procesos. *
Observa los sutiles matices de la mente, los giros repentinos, los hermosos giros. Los saltos bruscos, los juegos que la mente juega sin parar. Los sueños que teje, la imaginación, la memoria, las mil y una proyecciones que crea. ¡Observa! Mantente aparte, a distancia, sin participar, y poco a poco empezarás a sentir… Cuanto más a fondo observes, más profunda se hace tu conciencia. Empiezan a aparecer nuevos huecos, intervalos… Un pensamiento se va y todavía no llega otro, y se forma un hueco. Una nube pasa, otra está llegando, y entre ellas hay un espacio. En esos espacios, por primera vez percibirás vislumbres de la no-mente. * Ves con claridad, ves con penetración. Toda la existencia se vuelve transparente. *
Cuando pasa un pensamiento, lo observas. Cuando pasa un intervalo, lo observas. Ahora no tienes una intención fija. No dices: «me gustaría ver los intervalos». Eso es una tontería, porque en cuanto te enganchas a mirar solo los intervalos, has decidido otra vez en contra del pensamiento. I entonces, los intervalos desaparecerán. Sólo se producen cuando estás aparte, muy distanciado. Se presentan solos, no se pueden provocar. Es algo que ocurre , tú no puedes forzar que ocurra. Son sucesos espontáneos.
Sigue observando. Deja que los pensamientos vengan y se vayan adonde quieran irse. No pasa nada malo. No intentes manipular y no intentes dirigir. * A veces transcurrirán minutos sin ningún pensamiento; no habrá tráfico… un silencio total, sin perturbaciones. Cuando aparezcan los huecos más grandes, surgirá en ti una nueva claridad. No sólo tendrás claridad para ver el mundo; serás capaz de ver el mundo interior. *
Pero no te enganches tampoco a eso. Ese enganche es alimento para la mente, que seguirá adelante. Entonces, cuando quieres pensar, piensas; si necesitas el pensamiento, lo utilizas. Si no necesitas el pensamiento, lo dejas descansar. No es que la mente ya no esté ahí… la mente sigue ahí, pero tú puedes utilizarla o no. * Tú no le has dado reposo; por eso la mente se vuelve mediocre. Se está usando continuamente, está cansada, y eso sigue y sigue. Trabaja de día, trabaja de noche… de día piensas, de noche sueñas. Un día tras otro, sigue trabajando vives setenta u ochenta años, habrá estado trabajando todo ese tiempo. *
Pero no hay manera de detenerla a la fuerza. No seas violento. Muévete con cariño, con profunda reverencia, y empezará a ocurrir por sí solo. Tú limítate a observar y no tengas prisa. La mente moderna tiene mucha prisa. Quiere métodos instantáneos para detener la mente. De ahí el atractivo de las drogas. Puedes obligar a la mente a detenerse utilizando drogas, productos químicos, pero así estás siendo violento con el mecanismo. Eso no es bueno, es destructivo. De ese modo, no adquirirás maestría. Puedes conseguir detener la mente por medio de drogas, pero entonces las drogas te dominarán a ti, no vas a ser tú el amo. Simplemente, has cambiado de jefe, y has cambiado para peor… Ahora las drogas tendrán poder sobre ti, te poseerán; sin ellas, no serás nadie.
La meditación no es un esfuerzo contra la mente, es una manera de comprender la mente. Es un modo muy cariñoso de contemplar la mente… * Se detiene por sí sola, y entonces es hermosa. Cuando algo sucede sin ninguna violencia, posee una belleza propia. Tiene un desarrollo natural. *

Fuente: http://www.safme.es/?p=914

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