martes, 31 de octubre de 2017

LAS 8 HABILIDADES

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Cómo dejar de estar cansado y cambiar la energía



Las soluciones para dejar de estar cansado y aumentar la energía están al alcance de mano de cualquiera, solo es necesario seguir algunos consejos y nuestro ánimo cambiará seguramente, aumentando la energía del organismo.

¿Quién en algún momento no se sintió fatigado, especialmente cuando hace mucho calor y hay una humedad que hace salir los sapit... Ver más
— con Xime HaroDoris NantuAlexita Arias yJunior Alberto Meregildo Rodriguez.

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Trastornos de la personalidad



Los trastornos de la personalidad son un grupo de afecciones mentales en las cuales una persona tiene un patrón prolongado de comportamientos, emociones y pensamientos que es muy diferente a las expectativas de su cultura. Estos comportamientos interfieren con la capacidad de la persona para desempeñarse en las relaciones interpersonales, el trabajo y otros contextos.

Causas
Las causas de los trastornos de personalidad se desconocen. Se cree que factores genéticos y ambientales están relacionados con su desarrollo.

Los profesionales en salud mental clasifican estos trastornos en los siguientes tipos:

Trastorno de la personalidad antisocial
Trastorno de la personalidad por evitación
Trastorno límite de la personalidad
Trastorno de la personalidad dependiente
Trastorno histriónico de la personalidad
Trastorno narcisista de la personalidad
Trastorno de la personalidad obsesivo-compulsiva
Trastorno de la personalidad paranoica
Trastorno esquizoide de la personalidad
Trastorno de la personalidad esquizotípica

Síntomas
Los síntomas varían ampliamente dependiendo del tipo de trastorno de la personalidad.

En general, los trastornos de la personalidad involucran sentimientos, pensamientos y comportamientos que no se adaptan a un amplio rango de escenarios.

Estos patrones generalmente comienzan en la adolescencia y pueden llevar a problemas en situaciones laborales y sociales.

La gravedad de estas afecciones varía de leve a severa.

Pruebas y exámenes
Los trastornos de personalidad se diagnostican sobre la base de una evaluación psicológica. El proveedor de atención médica valorará los antecedentes y la gravedad de los síntomas de la persona.

Tratamiento
Al principio, las personas con estos trastornos usualmente no buscan tratamiento por su cuenta. Esto es porque sienten que el trastorno es parte de ellos. Tienden a buscar ayuda una vez que su comportamiento ha causado problemas graves en sus relaciones personales o en sus trabajos. También pueden buscar ayuda cuando están luchando con otro problema psiquiátrico, como un trastorno del estado anímico o drogadicción.

Aunque lleva tiempo tratar los trastornos de personalidad, ciertas formas de psicoterapia pueden servir. En algunos casos, los medicamentos son un complemento útil.

Expectativas (pronóstico)
El pronóstico varía. Algunos trastornos de la personalidad mejoran enormemente durante la madurez sin ningún tratamiento, mientras que otros sólo mejoran lentamente incluso con tratamiento.

Posibles complicaciones
Las complicaciones pueden incluir:

Problemas con las relaciones interpersonales
Problemas en el trabajo o la escuela
Otros trastornos de salud mental
Cuándo contactar a un profesional médico
Acuda a su proveedor de atención médica o profesional en salud mental si usted o alguien que conoce tiene síntomas de un trastorno de la personalidad.


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Aprende a respirar



Se trata de un proceso casi automático que nos garantiza el suministro de oxígeno, pero… ¿respiramos correctamente? Aprender una buena rutina de respiración nos ayudará a mejorar nuestra salud.

Respirar, un proceso vital

Respirar es la primera experiencia que vivimos todos los seres humanos al nacer. Es el primer proceso fisiológico que realizamos de manera independiente, una vez separados del cordón umbilical materno. A partir de ese momento se convierte en una actividad imprescindible para la vida, que consiste en absorber el aire por los pulmones, para tomar parte de las sustancias nutrientes que lo componen, y expeler ese aire modificado.

Nuestro cuerpo está programado automáticamente para esta acción, garantizando un suministro continuo de oxígeno, que resulta fundamental para la obtención de la energía que requiere el organismo en nuestro día a día. Asimismo, la respiración interviene en el desarrollo de todos los procesos fisiológicos: asegura la actividad cerebral, así como el funcionamiento del sistema nervioso, las glándulas, los músculos y los órganos.

Respirar es, por tanto, mucho más que llenar de aire los pulmones. Es sinónimo de hálito, soplo y vida. Aunque debido a su carácter mecánico la mayor parte del tiempo no somos conscientes de su importancia, la respiración es para muchas culturas orientales uno de los métodos fundamentales de control de energía dentro de las artes curativas y la medicina tradicional. Además, no debemos olvidar que bajo circunstancias extremas las personas pueden sobrevivir sin comer o sin beber agua, pero no sin falta de oxígeno.

¿Qué nos impide respirar bien?

Pero respirar únicamente no basta, es indispensable hacerlo correctamente. Por ello, antes de aprender una buena rutina de respiración, hay que saber identificar los factores que impiden que respiremos de forma adecuada. Aquí resumimos los más habituales:

Las situaciones de estrés o tensión provocan una respiración agitada y poco profunda, que impide que absorbamos el oxígeno que nuestro cuerpo necesita.
Una mala postura, como inclinar el cuerpo demasiado hacia delante o mantenerlo recto pero muy rígido, reduce la capacidad pulmonar y hace que nos fatiguemos.
El consumo de ciertas sustancias como medicamentos, alcohol o café puede producir alteraciones respiratorias.
Los desórdenes médicos (afecciones respiratorias, asma, alergias, sinusitis, congestión nasal, etcétera) repercuten, obviamente, en la forma en que respiramos.
Determinados hábitos alimenticios, como comer de manera muy rápida o hacerlo de manera copiosa, pueden alterar nuestra respiración.
La contaminación, la presencia de humos o los espacios mal ventilados son también un factor de riesgo, ya que en estos ambientes nuestro organismo inhala una menor cantidad de oxígeno como mecanismo de defensa.
El tabaco es la principal causa de mala respiración y enfermedades pulmonares.

Beneficios de respirar correctamente

Una buena rutina de respiraciones implica respirar de forma suave, profunda, rítmica, fluida y placentera; nunca deberá forzarse. Si convertimos esta pauta en nuestra manera natural de hacerlo, obtendremos los siguientes beneficios para nuestra salud:

Reducción del esfuerzo del corazón y la tensión arterial, mejora de la circulación sanguínea y disminución del riesgo de padecer enfermedades cardiacas.
Incremento del número de glóbulos rojos, generando mayor oxigenación y cantidad de sangre, que ayuda a eliminar más fácilmente las toxinas de nuestro cuerpo.
Aumento de la capacidad del organismo de asimilar y digerir los alimentos, mejora del tránsito gastrointestinal y un óptimo funcionamiento de los órganos abdominales debido a los movimientos masajeantes del diafragma durante la respiración.
Mayor rejuvenecimiento de las glándulas y de la piel.
Mejora del funcionamiento del sistema nervioso parasimpático: los latidos se reducen y los músculos se relajan. Todo ello se traduce en una buena actividad cerebral y mental, que repercute en nuestro estado de ánimo.
Mejora de la elasticidad de los pulmones, que se vigorizan y se fortalecen, aumentando su capacidad potencial y resistencia ante el esfuerzo.
El adecuado suministro de oxígeno ayuda a quemar más fácilmente las grasas, y proporciona un correcto nivel de alimento a los tejidos y glándulas.
Problemas derivados de una mala respiración

Sin darnos cuenta, a veces adquirimos malos hábitos a la hora de respirar y después nos percatamos de sus negativos efectos en nuestra calidad de vida. Aprender a identificarlos es el primer paso. Para ello, aquí te resumimos los más frecuentes:

Disminución de la capacidad pulmonar y torácica, reducción de la circulación sanguínea, pérdida de calor corporal y sobresfuerzo del corazón para enviar oxígeno.
Resequedad en la boca, falta de oxigenación y acumulación de toxinas.
Digestión pesada e irregular por problemas a la hora de hacer el metabolismo.
Reducción de la regeneración de células y glándulas: envejecimiento prematuro.
Deterioro del estado del sistema nervioso e inmunológico.
Sensación de cansancio, fatiga, ansiedad, ahogo y malestar general. El cerebro es el órgano que consume más oxígeno, por ello una mala respiración puede ocasionar dolor de cabeza, somnolencia, aparición de pensamientos negativos o depresión.

Fases de la respiración

Para aprender a respirar adecuadamente, antes que nada, debemos tomar consciencia de que respiramos y analizar cómo lo estamos haciendo. Una respiración correcta es una respiración completa, en la que interviene todo el sistema respiratorio y los pulmones se llenan de aire. Debemos inspirar por la nariz, ya que purifica el aire y regula su temperatura. Asimismo, procuraremos depositar el aire en el abdomen para que el diafragma actúe de soporte antes de expulsarlo. Una respiración completa se desarrollaría, por tanto, en los siguientes pasos:

Inspiración: el aire entra lentamente en los pulmones hasta alcanzar su máximo.
Retención: el aire se mantiene unos segundos para que las células se oxigenen
Espiración: se expele lentamente el aire inspirado, que lleva consigo el dióxido de carbono y el resto de partículas de deshecho liberadas por las células y la sangre.
Descanso: los músculos y el aparato respiratorio quedan relajados durante unos segundos, antes de volver a iniciar el siguiente ciclo respiratorio.
Al inspirar, llenamos de aire el bajo abdomen, luego el medio abdomen y, por último, el pecho. El procedimiento al espirar es el inverso. Cuando se respira de manera adecuada el vientre se expande hacia afuera, sin forzar, durante la fase de inspiración y vuelve hacia adentro, de manera natural, durante la fase de espiración. El pecho y los hombros deben permanecer inmóviles durante todo el proceso. Solamente las costillas se expanden durante la inhalación, y se contraen durante la exhalación.

Los distintos ritmos en los que pueden ejecutarse estas fases dependerán del efecto que queramos conseguir. Un ritmo normal tonificante, según la pauta yogui, consistiría en 8 segundos de inspiración, 4 de retención, 8 de espiración y 4 de descanso. Al comienzo de la práctica de la “respiración consciente” estos tiempos pueden resultar difíciles. Por eso, resulta conveniente empezar por ritmos de 6:3:6:3. Siguiendo la misma pauta de la respiración rítmica consciente, las fases de inspiración y espiración deben durar lo mismo, mientras que las de retención y descanso serán la mitad que las anteriores. Una fórmula adecuada para la relajación sería 2:1:2:1.


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Efectos del Cigarro

Qué daños causa el cigarrillo en las mujeres
Fumar no sólo incrementa las dificultades de concepción sino que, una vez consumado el embarazo, incrementa los riesgos de aborto y de enfermedades o malformaciones del niño. 

A pesar de las reiteradas advertencias de los médicos, mucho adultos continúan fumando y hacen ojos ciegos a los graves daños que provoca el tabaco en su salud. En el caso de las mujeres, las consecuencias de su consumo pueden llegar a ser devastadoras.

"A pesar de las restricciones que se han aplicado en los últimos años para limitar el consumo de tabaco, y de todas las advertencias y esfuerzos puestos para evitar este flagelo, un porcentaje importante de personas siguen fumando. La razón es bastante simple: se trata de una droga altamente adictiva, relativamente barata, y socialmente aceptada. A esto se suma el hecho de que la desintoxicación no es sencilla, ya que el hábito se relaciona con actividades cotidianas (después de las comidas, junto con un café, en reuniones, etc)", explicó el Dr. Fernando Beltramone (MP: 22.205 - ME: 9.064), especialista en ginecología y obstetricia, en medicina reproductiva y en cirugía videoasistida.

El experto consultado sostuvo que, en la actualidad, 5 millones de muertes al año son debidas directamente al tabaco, y éste es responsable de 1 de cada 10 muertes en adultos. Según datos de 2013, proporcionados por la Organización Mundial de la Salud, se estima que en Estados Unidos el 10,3% de las mujeres fuma en el tercer trimestre del embarazo.

"No es necesario detallar las patologías que origina el consumo de cigarrillo, las cuales son ampliamente conocidas (cáncer de pulmón y vejiga, problemas cardiovasculares, enfisema, etc). Sobre esto se ha hablado mucho. Pero sí es importante conocer que el cigarrillo tiene otras implicancias que van más allá de las afecciones más conocidas, y una de ellas es su efecto sobre la fertilidad. Distintos estudios han demostrado claramente que la mujer que fuma tiene menor chance de lograr un embarazo que la que no lo hace. Esto está probado unánimemente en todos los artículos publicados hasta la fecha", indicó Beltramone.

"La prevalencia de infertilidad es mayor en las mujeres fumadoras, y el tiempo para lograr embarazo también lo es. En otras palabras, se incrementan tanto las dificultades para concebir como así también los tiempos para que el embarazo se produzca. Pero esto no es todo. Debemos saber también que existe un impacto en la fertilidad del fumador pasivo, es decir de aquella mujer que está en contacto indirecto con el cigarrillo", sostuvo el galeno y agregó que el impacto del fumador pasivo en la fertilidad es apenas menor que en el caso del activo; por lo que si cualquiera en la pareja fuma, condiciona la fertilidad de ambos. El efecto en la mujer es mayor cuanto más tiempo y mayor cantidad de cigarrillos fume a diario.

"Debemos saber que fumar causa también una pérdida acelerada de óvulos en los ovarios, y adelanta la llegada de la menopausia. Asimismo, incrementa las anomalías genéticas en los óvulos disponibles. Además de disminuir objetivamente la fertilidad, disminuye la chance de embarazo durante los tratamientos: en el caso de la fertilización in vitro, las fumadoras tienen entre 30 y 50% menos chances de embarazarse que las que no fuman (de su misma edad), siendo necesaria mayor dosis de medicación para estimular sus ovarios", destacó.

Efectos sobre el embarazo:

"En el caso de las mujeres que, pese a fumar han logrado el embarazo, está científicamente demostrado que hay un aumento en la cantidad de pérdidas (aborto espontáneo) en las fumadoras, y aparentemente aumenta también el riesgo de embarazo fuera del útero (ectópico)", advirtió Beltramone.

Más tardíamente, el cigarrillo está asociado a bajo peso al nacer, a mayor riesgo de muerte perinatal y a complicaciones neonatales; mayor riesgo de desprendimiento prematuro de la placenta (evento que causa sufrimiento fetal, y a menudo muerte fetal), significativamente más riesgo de parto prematuro, y mayor riesgo de malformaciones fetales, como el labio leporino y paladar hendido.

Por último, se ha observado mayor prevalencia del síndrome de muerte súbita del lactante (llamada muerte blanca o de cuna) en los bebés de pocos meses de edad, hijos de madres fumadoras.

"Los especialistas en fertilidad recomendamos hacer un esfuerzo para dejar el cigarrillo, no sólo para facilitar las posibilidades de concepción sino también para reducir los riesgos de enfermedades o malformaciones en el niño por venir", finalizó Beltramone.


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Enfermedades comunes en primavera



La primavera es la época ideal para salir al aire libre y ponerse en forma, renovar el compromiso con un estilo de vida saludable, disfrutar de la vida con la pareja, familia y amigos, así como para salir a vacacionar por las buenas condiciones climáticas.

Sin embargo, pese a ser símbolo de salud y bienestar, cuando salimos de vacaciones podemos toparnos con algunas cuantas enfermedades o infecciones, las cuales pueden ir desde simples problemas digestivos, alergias y lesiones, hasta enfermedades crónico degenerativas.

Por ello, te decimos cuáles son los padecimientos más frecuentes:

1. Infecciones de la piel causadas por bacterias y hongos, por lavarse o bañarse en aguas contaminadas.

2. Faringitis o rinitis por alergias o polen, pastos, cortezas de árboles, y productos lácteos o con miel.

3. Asma bronquial o bronquitis alérgica aumentan por la abundancia de polen o polvo.

4. Infecciones gastrointestinales, como las disenterías por shigella, salmonella y escherichia, por alimentos contaminados o por no lavarse las manos.

5. Por el consumo de fruta contaminada, se pueden presentar casos de hepatitis viral.

6. Deshidratación e insolación en niños y personas mayores de 50 años.

7. Aumenta el riesgo de contraer el cólera o amebiasis por la ingesta de alimentos mal cocinados o descompuestos, procedentes del mar o de aguas dulces contaminadas con heces fecales.

8. Aumentan las parasitosis por artrópodos como garrapatas, piojos, pulgas, chinches, etc.

9. Diversas lesiones en articulaciones y/o en la piel por traumatismos, sobre exposición al sol, cortaduras y fracturas o esguinces.

Es necesario reforzar las medidas de higiene, tanto personales como al preparar o consumir alimentos. Además si se conoce algún tipo de alergia, evitar el contacto con el agente alergénico, así como seguir las normas generales de salud y protección civil para que disfrutes de tus vacaciones en primavera.


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lunes, 30 de octubre de 2017

Bici

Brain

 



Foto: To know your strong part of the Brain: surprising benefits...Humans ‪#‎brains‬ differentiate by size, quantity neurons and specific brain's structure to the extend that current technology (like deep brain scans/tomography) can identify individual brain preferences, for example, - to ‪#‎music‬ or to ‪#‎painting‬ ; or person can be better ‪#‎pilot‬ ‪#‎sniper‬ ‪#‎sprinter‬ (in case of military or sport interests).... (up to 30-40 times difference in ‪#‎neurons‬ quantities can segregate / separate person with born ability to specific activities )Read more: http://goo.gl/L2p4NLScientifically proven that some people can have in their brain structure specific parts /zones that other don't have it... and these can be ‪#‎advantage‬ or ‪#‎disadvantage‬ to intellectual, emotional or physical abilities...Our brain is firmly predetermined - we inherit from our ‪#‎parents‬ and we could not change it much... we either have those potential abilities in our brain (that we can later develop and build up on it if we are lucky in choosing profession) or not....Would you prefer to know from your childhood where is your talents are and develop it most...??Based on ‪#‎neurobiology‬ - it's more chances to be a good painter than a genius musician ... it's because ‪#‎brain‬ structure responsible for visualization is less "sofisticated" (person with visualisation talent need min 4 such zones vs well developed 17 structural parts for musician talent).... and so on...So the ‪#‎technology‬ is almost here, but less known to broad public because of moral controversy of the issue, like: possibility of human ‪#‎segregation‬ / sorting by inherited skills may lead to ‪#‎artificial‬ vs ‪#‎natural‬ selection / segregation...Read more: http://goo.gl/L2p4NL‪#‎health‬ ‪#‎healthy‬ ‪#‎neuroscience‬ #brain ‪#‎tomography‬ ‪#‎lifehacking‬ ‪#‎interestingfacts‬ ‪#‎celebrale‬ ‪#‎brainstructure‬ ‪#‎brainfunction‬ ‪#‎catscan‬ ‪#‎mri‬ ‪#‎pet‬ ‪#‎tms‬ #pr #smart #genealogy #talent #stupidity #neuroscience #neurology #neuropathy #eugenics #eugenicists #socialdarwinism #brainmapping #morphometry


Correr en Ayunas

 


Correr en ayunas

Es cada vez más común en los últimos años oír hablar más sobre el entrenamiento en ayunas. Y como toda teoría tiene diferentes versiones, pros y contras que hay que valuar antes de llevarlo a la práctica.
Lo primero de todo es aclarar que es el ayuno. Se considera entrenar en ayuno si han pasado como mínimo 8 horas desde que se ingirió comida hasta que se realiza el entrenamiento. El más común es el que se realiza por la mañana sin desayunar, tras el ayuno nocturno pero también puede ser durante el día respetando estas 6-8 horas para haber acabado por completo el proceso de digestión.
El objetivo principal de correr en ayunas es para forzar al cuerpo a utilizar las grasas como combustible ya que las reservas de glucógeno hepático que son los hidratos de carbono almacenados en el hígado, están bajo mínimos después de estas horas sin ingerir alimentos.
Como dato adicional, las reservas de hidratos de carbono en el cuerpo son limitadas, su duración oscila entre 2 y 3 horas en las que se almacena, mientras que las de grasas son ilimitadas.
Si se inicia el entrenamiento con pocos hidratos de carbono disponibles porque han pasado horas desde la última ingesta, se facilitan los mecanismos catabólicos y el cuerpo empieza a utilizar las grasas con mayor rapidez que si tuviera mayor disponibilidad de carbohidratos para utilizar como fuente de energía.
Aun así el cuerpo no va a trabajar sólo con grasas y siempre va a necesitar una cantidad mínima de hidratos de carbono. El cuerpo obtiene de forma más directa la energía de los hidratos de carbono que de las grasas almacenadas y es probable que el cerebro en ausencia de glucosa nos envíe una señal de alerta con algún mareo o náusea.
Esta práctica puede ser adecuada para los entrenamientos que no sean de alta intensidad. Hay que tener en cuenta que el cuerpo utiliza predominantemente un tipo de fuente de combustible u otro en función del entrenamiento que se lleva a cabo. En distancias cortas, en las que en principio la intensidad del ejercicio es alta, el cuerpo utiliza principalmente como energía los hidratos de carbono, es decir glucosa en sangre y glucógeno hepático y muscular. Por el contrario, en largas distancias que implican mayor duración del ejercicio, predomina más la resistencia que la intensidad, por lo que el cuerpo usará como fuente de energía las grasas.
Beneficios que se pueden obtener con este tipo de entrenamiento. Acostumbrar al cuerpo a consumir grasas de manera efectiva, y poder así almacenar el glucógeno, que será muy importante en momentos concretos de la carrera: subidas, cambios de ritmo o sprints. Es una manera de entrenar para gestionar de forma más eficientes los recursos energéticos.
Si buscas perder grasa corporal, este tipo de entrenamiento en ayunas y a menor intensidad, puede ser ideal para ayudarte con tu objetivo. Que debe de estar complementado con una alimentación adecuada para alcanzar dicho objetivo.
Siempre habrá que tener en cuenta el estado del corredor. Si éste es primerizo, la adaptación al ayuno deberá ser progresiva para evitar malestares. Y aunque no lo seas no todo el mundo reacciona igual ante los mismos estímulos. Lo mejor en estos casos es probar, y ver con qué te sientes más cómodo.



martes, 24 de octubre de 2017

Mejora tu Elasticidad



 






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Como correr con Temperaturas Bajas



 






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El Gran reto de las Mancuernas

 








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Las cuatro caras de la autoestima, ¿las tienes en orden?



Autoestima. Esa palabra que nos acompaña durante toda la vida como la amiga invisible que tanto quiere amarnos y que, a veces, despreciamos. Está ahí. Y, si la miras con cariño, nos coge de la mano y nos ayuda a caminar.

Esa amiga que nunca se va -aunque le demos la espalda- y espera paciente hasta que le devolvamos el afecto. Tú no la ves pero la sientes, como sientes la autoestima de las personas que te rodean.

Es más, es un concepto que saca lo mejor y lo peor de nosotros mismos: sus diferentes caras completan un círculo que dice mucho de lo que somos, de lo que hacemos y lo que no, de nuestra actitud y, sobre todo, de la confianza que tenemos en nosotros.

Las cuatro caras de la autoestima

En palabras de Stephen R. Covey, cuidar la autoestima significa “preservar y realzar el mayor bien que usted posee” y, para ello, hay que tener en cuenta sus cuatro dimensiones. ¿Qué quiere decir? Que nuestra autoestima puede desgajarse en una naturaleza física, espiritual, mental y social/emocional. Vamos a verlas más despacio.

Cara física: supone cuidar de nuestro cuerpo poniendo atención en la alimentación, el descanso y el ejercicio habitual. Se trata de ser proactivo y confiar en nuestra salud física mediante una rutina que nos de bienestar.

Cara espiritual: tiene que ver con el sistema de valores que tengamos y se fortalece dedicando tiempo a la meditación personal. Detenernos unos segundos al día para reflexionar sobre lo que nos ha acontecido y lo que esperamos nos aporta energía.
Cara mental: es la parte de la autoestima que se identifica con la exploración y la adquisición de nuevos conocimientos, con la educación que nos ofrece la escuela de la vida y la cultura. Es la capacidad de crítica positiva y maduración que, por ejemplo, nos deja ampliar la perspectiva del mundo.
Cara social/emocional: son dos dimensiones ligadas entre sí, porque la vida emocional no puede entenderse de manera plena si no tenermos en cuenta a las relacines personales. La seguridad personal, la armonía con nuestros principios y la confianza en lo que somos por dentro. Es la cara de la independencia, pero también de la empatía para con los demás.
¿Las tienes en orden?

Como hemos visto, las cuatro caras de la autoestima recaen sobre el pilar de la autoconfianza y la manera de potenciarla es cuidándose. Mimarse a nivel físico, espiritual, mental y socio/emocional. En el instante en el que uno de estos lados se tambalea un poco, nuestra autoestima disminuye y la consideración de nosotros mismos se debilita.

Así que, ¿por qué no dedicar parte de nuestro tiempo a poner en orden cada una de estas dimensiones? Si físicamente no es tu mejor momento, busca de manera consciente hábitos que te aporten enrgía y que te hagan sentir más fuerte. ¿Necesitas parar y relajarte? Hay ejercicios que te ayudarán mucho a conseguirlo. ¿Socialmente te sientes insegura? ¿Estás sufriendo? Es hora de sanar y apostar por ti.

Tú, antes que nadie, debes pensar que tu vida está para vivirla y no para sobrevivir o cargar con ella. Y vivirla pasa por aceptar nuestros deseos e ir a por ellos, reconocer que podemos equivocarnos, crear, cambiar, superarnos, realizarnos. La autoestima es una señal de realización y equilibrio personal.

Elige bien de quien te rodeas

Decíamos que una de las caras de la autoestima era la social/emocional y que ambas estaban especialmente unidas porque no podemos deslindar emociones y relaciones personales. Nadie puede llenar más nuestra parte emocional que quien desea hacerlo honestamente: quien nos da felicidad porque quiere hacerlo y, consecuentemente, nos hace mejores.

Este es un punto importante: tenemos derecho a un círculo social agradable, que nos respete y nos tenga afecto. De esta manera, es importante elegir bien a las personas que queremos que nos rodeen. Elimina de tu lado las personas equivocadas, tóxicas, que no te permiten construir una autoestima sana.


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Los saludables beneficios de comer despacio: ¡Ponlo en práctica!



Comer despacio, sin prisas… Pocas cosas pueden ser más saludables para tu organismo, y es una práctica que no todos aplicamos en nuestro día a día. Las prisas, el disponer de poco tiempo para el almuerzo o, incluso, llegar a casa con mucha hambre hacen que, al final, terminemos nuestros platos en un visto y no visto.

Debemos tener en cuenta que masticar rápidamente los alimentos provoca no solo malas digestiones, sino que aumentemos de peso e, incluso, que no absorbamos correctamente los nutrientes. ¿Quieres conocer más datos? Entonces no te pierdas toda la información al respecto de este tema.

Todos los beneficios de comer despacio
¿Y tú? ¿Cómo sueles comer? Si la respuesta es “Con prisas”, será mejor que empieces a tener en cuenta estos importantes aspectos. Como todas sabemos, la vida moderna nos obliga en ocasiones a tener que programar casi todas la actividades que hacemos a lo largo del día, pero debes tener en cuenta que la alimentación no es un juego. Es un instante vital al que debes dedicarle tiempo, tranquilidad y disfrute.

Te explicamos por qué es tan importante comer despacio.

1. Quedamos más saciadas

Según el “Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism” comer despacio nos permite quedar mucho más saciados, evitando así tener que picar entre horas. Es necesario que dejes a un lado las prisas y que disfrutes de cada bocado que te llevas a la boca.

Debes masticar despacio para favorecer la salivación.
Si masticas con prisa porque tienes que acabar pronto o porque tienes mucha hambre, la comida llega a tu estómago en trozos más grandes, que no se digieren bien, y además, te quedas con hambre.
Toma conciencia de que comer debe ser un placer y, como tal, hay que disfrutar de cada sabor y de cada textura. Intenta que tus platos sean atractivos a la vista: De este modo, el llevarnos ese alimento a la boca nos permitirá disfrutar aún más.
Según la revista “Harvard Health”, nuestro cerebro segrega una serie de hormonas que nos indican cuándo estamos saciados. ¿Sabes en qué momento suelen aparecer? Más o menos al cabo de 20 minutos. Así pues, si comes rápido, estas sustancias no llegarán a aparecer y no te encontrarás saciada. Por el contrario, si masticas despacio, llegará un momento en que el cerebro te mandará la señal de que ya has comido suficiente.

2. Mejoramos nuestra digestión

El estómago necesita que los alimentos lleguen bien masticados para poder digerirlos mejor. Si nos limitamos a “llenarlo” con trozos grandes y de modo precipitado, lo dañamos, le obligamos a tener que esforzarse más para ejecutar la digestión.
Los alimentos que no han sido bien masticados no disponen tampoco de ese ácido que se contiene en la saliva, con lo cual, impedimos una correcta digestión y el estómago se ve obligado a tener que segregar más jugos gástricos.
Masticar no es perder el tiempo. Es parte esencial del proceso de digestión. Mediante la masticación le decimos a nuestro cuerpo que debe prepararse para la digestión. El cerebro segrega hormonas y activa los receptores del gusto, además del revestimiento del estómago para que empiece a producir ácido clorhídrico.
Masticar hace también que nuestro páncreas se prepare para la secreción de enzimas y bicarbonato, que son fundamentales para hacer la digestión.

3. Comer despacio nos ayuda a no engordar

Puede que este dato te sorprenda, pero comer despacio va a regular muy eficazmente nuestro peso. Estas son las razones básicas:

Nos sentimos más saciadas y evitamos picar entre horas.
Mejoramos la digestión, nuestro cuerpo se regula y depuramos mejor las grasas y las toxinas. Además evitamos el estreñimiento, la retención de líquidos…
Masticar adecuadamente y comer despacio regula además el nivel de glucosa en nuestro organismo.
Nos permite mantener nuestro metabolismo activo, por lo que la quema de grasas se lleva a cabo con mayor eficacia.

4. Comer despacio mejora nuestra salud general

Los beneficios de comer despacio no terminan en aportarnos más saciedad o en regular nuestro peso, en absoluto. Vale la pena tener en cuenta todos estos aspectos, que nos obligan, sin duda, a mejorar nuestros hábitos alimenticios. ¡Toma nota!

Masticar adecuadamente va a evitar que esas bacterias que en ocasiones están presentes en los alimentos lleguen al intestino. Piensa que, si los alimentos llegan en trozos más grandes a nuestro estómago e intestino, corremos el riesgo de que no se sinteticen adecuadamente, que se degraden y que emerjan las bacterias. Ello deriva en gases, en distensión abdominal, en diarreas… ¡Es un riesgo!
¿Sabías que masticar despacio cuida de tu salud dental? Así es. Al salivar mejor prevenimos la acumulación de placa y evitamos caries.
Comer despacio nos relaja, nos hace disfrutar más no solo de la comida, sino del “aquí y ahora”. Nos sume en un estado de calma y mejora nuestro ánimo.
Si comes despacio, permitirás que los nutrientes de los alimentos se sinteticen mejor y, por tanto, cuidarás mejor de tu salud al obtener más efectivamente los minerales y las vitaminas presentes en tus platos.
¡Ponlo en práctica y disfruta más de tus comidas!


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¿Cómo afecta el estrés a nuestro cuerpo?



Cuando se tiene estrés la glándula pituitaria reacciona aumentando la secreción de una hormona llamada hormona adrenocorticotrófica (ACTH). Cuando la pituitaria envía esta ráfaga de ACTH es como si un sistema de alarma se disparara dentro de nuestro cerebro. Esta alarma les dice a las glándulas suprarrenales, situadas encima de los riñones, que inunden el torrente sanguíneo de hormonas del estrés, incluidas cortisol y adrenalina. Estas hormonas del estrés provocan toda una serie de cambios fisiológicos en nuestro cuerpo, como el aumento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial, la inhibición del sistema digestivo y la alteración del sistema inmunitario. Una vez que desaparece la amenaza percibida los niveles de cortisol y adrenalina del torrente sanguíneo disminuyen, y la frecuencia cardíaca, la presión arterial y el resto de funciones del cuerpo vuelven a la normalidad.

En respuesta al estrés el cuerpo aumenta automáticamente la presión arterial, la frecuencia cardíaca, la respiración, el metabolismo y el torrente sanguíneo que llega a los músculos. Esta respuesta tiene el objetivo de ayudar a nuestro cuerpo a reaccionar rápida y eficazmente ante una situación de mucha presión.

Si las situaciones de estrés se acumulan una detrás de otra, el cuerpo no tiene tiempo de recuperarse. Esta activación a largo plazo del sistema de respuesta al estrés puede alterar casi todos los procesos de nuestro cuerpo. Algunas de las respuestas físicas más frecuentes al estrés crónico afectan al aparato digestivo. Por ejemplo, los dolores de estómago o la diarrea son muy habituales cuando se está estresado. Esto ocurre porque las hormonas del estrés ralentizan la liberación del ácido secretado por el estómago y el vaciado del estómago. Estas mismas hormonas estimulan el colon, que acelera el paso de su contenido.

El estrés crónico tiende a hacer menos activo el sistema inmunitario, lo cual nos hace más propensos a padecer resfriados u otras infecciones. Es típico que el sistema inmunitario responda ante una infección secretando varias sustancias que provoquen inflamación. La inflamación sistémica crónica contribuye al desarrollo de muchas enfermedades degenerativas.

El estrés se ha relacionado también con el sistema nervioso, ya que puede provocar depresión, ansiedad, crisis de angustia y demencia. Con el paso del tiempo, la secreción crónica de cortisol puede provocar daños en diversas estructuras del cerebro. Una cantidad excesiva de cortisol también puede provocar trastornos del sueño y la pérdida de la libido. El aparato circulatorio también resulta afectado por el estrés, porque puede producirse un aumento tanto en la frecuencia cardíaca como en la presión arterial, lo que puede provocar un infarto de miocardio o un derrame cerebral.

La forma exacta como una persona reacciona ante un factor estresante concreto puede ser completamente diferente de cualquier otra persona. Hay gente que se muestra tranquila de forma natural ante casi cualquier cosa, mientras que otros tienen una reacción fuerte al más mínimo indicio de estrés. Si ha tenido cualquiera de los siguientes trastornos, puede ser una señal de que sufre estrés: ansiedad, insomnio, dolor de espalda, problemas de relación, estreñimiento, dificultad para respirar, depresión, tortícolis, fatiga, estómago revuelto y pérdida o aumento de peso.

Tras décadas de investigación, está claro que los efectos negativos relacionados con el estrés son reales. Aunque quizá no siempre seamos capaces de evitar las situaciones estresantes, hay una serie de cosas que se pueden hacer para reducir el efecto que el estrés tiene en nuestro organismo. La primera de ellas es la relajación. Aprender a relajarse no tiene por qué ser difícil. Aquí enumeramos algunas técnicas sencillas que le ayudarán a encontrar el camino hacia la tranquilidad.
 — con Mary Gonzalez.

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Obesidad



El organismo almacena el exceso de energía para utilizarlo cuando sea necesario. Sin embargo, si los nutrientes son abundantes y la forma de vida sedentaria, la obesidad se puede convertir en una auténtica ‘epidemia’.

¿Qué es la obesidad?

La obesidad es el trastorno metabólico más frecuente en la clínica humana. En los países industrializados, las condiciones de vida actuales permiten una alimentación abundante y variada a sectores cada vez mayores de la población, al mismo tiempo que se incrementa el sedentarismo, lo que favorece que el número de personas obesas se multiplique. Existen variaciones de la composición corporal en función de la edad, sexo y actividad física. A modo de ejemplo, una persona a los 25 años tiene un 15% de su peso como tejido graso, mientras que a los 75, y manteniendo un peso similar, tiene un 30% como tal, a expensas de una disminución de la masa muscular magra, formada por tejido muscular y hueso. 

Los adipocitos, presentes en múltiples depósitos de tejido adiposo, están adaptados para almacenar con eficacia ese exceso de energía en forma de triglicéridos y, cuando sea necesario, liberar estos depósitos en forma de ácidos grasos libres que puedan ser utilizados por el organismo. Este sistema fisiológico, regulado a través de vías endocrinas y nerviosas, permite al ser humano sobrevivir en condiciones de inanición, incluso durante varios meses. Sin embargo, cuando los nutrientes son abundantes y la forma de vida es sedentaria, y con la importante influencia de la genética, este sistema incrementa los depósitos de energía del tejido adiposo, con consecuencias adversas para la salud.

Se puede definir la obesidad como un síndrome clínico caracterizado por un aumento de la proporción del tejido adiposo en relación con el peso corporal total.

El método más utilizado para calibrar la obesidad es el índice de masa corporal, que es igual al peso/talla2. Las cifras de IMC consideradas normales oscilan entre 19 y 26 Kg/m2. Otras formas de cuantificar la obesidad son la antropometría (grosor del pliegue cutáneo), la densitometría (peso bajo el agua), el TAC y la RMN.

Causas de la obesidad

En términos generales, la excesiva acumulación de triacilglicéridos en el tejido adiposo (la obesidad) se produce cuando el equilibrio calórico es netamente positivo, es decir, cuando se consume más de lo que se quema. La obesidad no es posible en otras circunstancias. Estos son los factores de riesgo para padecer obesidad:

Factores genéticos

En diversos estudios se ha observado que menos del 10% de los hijos de padres delgados son obesos, alrededor del 50% de los hijos con un progenitor obeso son obesos, y más del 80% de los hijos cuyos progenitores son obesos presentan obesidad. Así pues, se ha demostrado la existencia de una correlación significativa entre el peso de padres e hijos naturales, mientras que dicha correlación es menor o no existe al comparar padres adoptivos con hijos adoptados.

Factores nutricionales

La sobrealimentación puede tener lugar en cualquier época de la vida, pero su influencia es mayor si se inicia en edades tempranas. La nutrición durante la infancia ha adquirido gran relevancia en los últimos años, al demostrarse que un porcentaje significativo de niños obesos evolucionan a adolescentes obesos y adultos obesos. Las dietas ricas en grasas y en carbohidratos pueden favorecer la obesidad.

Los genes influyen en la predisposición a la obesidad cuando se relacionan con formas de alimentación específicas y la disponibilidad de nutrientes. Por ejemplo, la hambruna impide la obesidad, incluso en personas con mayor propensión a ella. También son importantes los factores culturales relacionados con la composición de la dieta y con el grado de actividad física. En sociedades industrializadas, la obesidad es más frecuente en mujeres pobres, mientras que en países subdesarrollados lo es en las mujeres más ricas. En los niños existe cierto grado de relación entre el sobrepeso y el tiempo que destinan a ver la televisión.

Factores neurales

Los mecanismos básicos que regulan la ingestión de alimentos (sensación de apetito/saciedad) están localizados en el sistema nervioso central. Diversos autores han demostrado que existe una relación entre las alteraciones en el metabolismo de la serotonina y la ingesta alimenticia. En la regulación de la ingesta de alimentos intervienen varias moléculas, algunas desconocidas; pero tal vez la más importante es la leptina. Esta hormona es secretada por los adipocitos y su nivel de producción constituye un índice de los depósitos energéticos adiposos. Cuando sus niveles son altos, la ingestión de alimentos disminuye, y el gasto energético aumenta. Se han descrito varias familias con obesidad mórbida de comienzo precoz debido a mutaciones que inactivan la leptina (carecen de hormona o no funciona) o a resistencia a la leptina (la hormona es correcta pero el receptor al que debe unirse está mal conformado).

Síntomas de la obesidad

La obesidad viene definida objetivamente por el Índice de Masa Corporal (IMC), en función del cual hablamos de:

Sobrepeso: IMC 25-29.9, o entre los percentiles 86-95 para la edad y sexo.
Obesidad: IMC 30-34.4, o mayor del percentil 95 para la edad y sexo.
Obesidad mórbida y súper obesidad: IMC mayor de 40 y 50 respectivamente, considerando un rango de riesgo muy alto para la salud toda cifra mayor del percentil 99 para la edad y sexo.
La aparición de los síntomas relacionados con el exceso de peso aparecen a partir del sobrepeso, considerando un aumento progresivo en el riesgo de sufrir enfermedades y de muerte cuando se supera ésta.

Se estima que a partir de un IMC por encima de 25 (sobrepeso) puede notarse un aumento en la sudación con esfuerzos pequeños, una menor capacidad para actividades que antes no producían esa fatiga, etcétera. El hecho de aumentar la sudación ya induce en muchas ocasiones la aparición de lesiones cutáneas como el intertrigo y el sobrecrecimiento de hongos en las zonas de los pliegues. Puede aumentar el riesgo de sufrir enfermedades del corazón en forma de angina de pecho, cifras altas de tensión arterial, dolores en las grandes articulaciones como las caderas y las rodillas como consecuencia del desarrollo de artrosis o un aumento en la velocidad de su evolución. Asimismo, el sobrepeso también añade una mayor probabilidad de aparición de ataques de gota y se le ha relacionado con algunos tipos de cáncer.

En los casos en los que se supera un IMC de 40, considerado como obesidad mórbida, se comienzan a apreciar síntomas relacionados con la diabetes mellitus, dificultad para respirar incluso sin esfuerzos, y se incrementa el riesgo de aparición del síndrome de la apnea del sueño (SAOS). En estos casos, aun sin un diagnóstico claro de SAOS, la mayoría de los pacientes presentan ronquidos nocturnos como antesala de este síndrome.

En el caso concreto de la diabetes mellitus, los pacientes con índices de obesidad mórbida y súper obesidad (>40 y >50 respectivamente) presentan un aumento de la resistencia periférica de los tejidos a la acción de la insulina, de tal manera que se generan malos controles de las cifras de glucosa y una necesidad creciente de las dosis de insulina a administrar.

Las posibilidades de muerte súbita por el desarrollo de arritmias o embolias de pulmón son más altas en los casos de obesidad mórbida y súper obesidad.

Enfermedades asociadas a la obesidad

Según un estudio, los adultos de entre 40-70 años y con un exceso de peso superior al 30% sufren un aumento de la mortalidad, del 42% en varones y del 36% para mujeres. Las enfermedades asociadas a la obesidad, así como otros problemas psicosociales que pueden acompañarla, son las siguientes: 

Corazón

Cardiopatía isquémica prematura.
Hipertrofia cardiaca izquierda.
Muerte súbita.
Insuficiencia cardíaca congestiva.
Sistema vascular

Hipertensión arterial.
Accidente vascular cerebral.
Estasis venoso.
Sistema respiratorio

Síndrome de apnea obstructiva de sueño.
Síndrome de Picwick.
Policitemia secundaria.
Hipertrofia ventricular izquierda.
Sistema Hepatobiliar

Colelitiasis.
Esteatosis hepática.
Sistema endocrino-metabólico

Diabetes mellitus.
Gota.
Hiperlipidemias.
Riñón

Proteinuria y, en obesidades muy severas, nefrosis.
Trombosis venosa renal.
Piel

Estrías.
Acantosis nigricans.
Hirsutismo.
Intertrigo.
Callosidades plantares.
Papilomatoxis axilar o cervical.
Sistema locomotor

Osteoartritis de rodillas.
Espolón calcáneo.
Osteoartrosis de columna vertebral.
Agravación de defectos posturales preexistentes.
Neoplasias

Riesgo aumentado de cáncer de endometrio.
Posible incremento de riesgo de cáncer de mama.
Funciones reproductiva y sexual

Complicaciones obstétricas.
Menstruación irregular y frecuentes ciclos anovulatorios.
Disminución de la fertilidad.
Problemática psicosocial

Deterioro de la autoestima y sentimiento de inferioridad.
Dificultad en la comunicación social.
Discriminación social, económica y laboral.
Susceptibilidad a psiconeurosis.
Menor movilidad.
Mayor absentismo laboral.
Miscelánea

Mayor riesgo quirúrgico y anestésico.
Agilidad física reducida y mayor propensión a accidentes.
Interferencias en el diagnóstico de otras enfermedades.

Diagnóstico de la obesidad

La obesidad puede diagnosticarse simplemente con la observación del individuo; incluso es el propio individuo el que se diagnostica. Pero establecer y objetivar el exceso de triglicéridos acumulados en el tejido adiposo, causa primaria de la obesidad, puede intentarse desde enfoques diferentes y complementarios.

Epidemiológicamente, se considera que una persona es obesa si su peso es un 20% superior al indicado para su constitución física o si tiene un índice de masa corporal (IMC) superior a 30. Actualmente la mayoría de las tablas usadas como referencia para establecer el grado de obesidad en la población general siguen la metodología del Instituto Nacional de Salud Americano, que realizó muestras a 20.000 sujetos. Se concluyó que existe obesidad manifiesta cuando el IMC de la persona en cuestión se sitúa por encima del percentil 95.

Es fundamental establecer una diferencia clara entre sobrepeso y obesidad verdadera. Sobrepeso implica exclusivamente un aumento del peso corporal sobre un valor estándar, generalmente se correlaciona con la talla y se sitúa sobre el percentil 85.

Clasificaciones de la obesidad

En los últimos años se ha clasificado la obesidad:

En función de la celularidad del tejido adiposo:
Obesidad hipertrófica.
Obesidad hiperplástica.
Mixta.
En función de la historia evolutiva:
Obesidad a lo largo de toda la vida.
Obesidad desarrollada en la vida adulta.
En función de la distribución de la grasa. corporal:
Obesidad de distribución homogénea.
Obesidad abdominal.
Obesidad subcutánea.
Obesidad visceral.
Obesidad glúteo-femoral.

Tratamiento de la obesidad

El éxito del tratamiento de la obesidad depende del interés y entusiasmo del equipo que lo trata y de la cooperación motivada del paciente obeso. La relación médico-paciente es en esta enfermedad más importante que en otras, ya que puede actuar de factor limitante.

El tratamiento médico de la obesidad se basa en la aplicación combinada de las siguientes medidas:

Reducción de la ingestión de calorías: si la persona se alimenta en exceso, es preciso reducir el aporte calórico para convertir el balance energético de positivo a negativo. Existen múltiples tipos de dietas para adelgazar que han demostrado su eficacia, pero siempre es necesario consultar con un endocrino, para obtener una dieta personalizada.
Aumento del gasto energético: en los pacientes que, además de tener un excesivo aporte calórico, tienen una forma de vida esencialmente sedentaria, debe asociarse la práctica de ejercicio físico, que habrá de ser constante y progresivo.
Empleo de fármacos: se han empleado diversos tipos de fármacos en el tratamiento de la obesidad. Orlistat inhibe parcialmente la acción de la lipasa pancreática. Sibutramina, a su vez, inhibe la recaptación de serotonina y noradrenalina, incrementando el gasto calórico. Ambos fármacos consiguen el objetivo de facilitar una pérdida moderada de peso, empleados simultáneamente con dietas moderadamente hipocalóricas. Bajo ningún concepto puede recomendarse el empleo de píldoras adelgazantes que producen graves complicaciones endocrinológicas, cardiovasculares, electrolíticas y neuropsiquiátricas.
Psicoterapia reglada: los resultados se obtienen mediante el empleo de técnicas de modificación de conducta, perfectamente estandarizadas, siendo los resultados más satisfactorios en aquellos paciente menos influenciables y dependientes de sucesos exteriores a ellos en el condicionamiento de su comportamiento alimenticio.
Medidas de tratamiento quirúrgico: las posibilidades abarcan varios enfoques fisiopatológicos diferentes. Se puede actuar en la desconexión del eje hipotálamo-digestivo, consiguiéndose disminuciones significativas del apetito. También pueden utilizarse técnicas dirigidas a conseguir la disminución del volumen gástrico. El by-pass gástrico puede aplicarse dentro de las técnicas derivativas.

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Artrosis



Qué es
La artrosis es una enfermedad crónica que afecta a las articulaciones. Normalmente, está localizada en las manos, las rodillas, la cadera o la columna vertebral. La artrosis provoca dolor, inflamación e impide que se puedan realizar con normalidad algunos movimientos tan cotidianos como cerrar la mano, subir escaleras o caminar.

Radiografía artrosis

Las articulaciones son los componentes del esqueleto que permiten la conexión entre dos huesos (como por ejemplo el codo, la rodilla, la cadera, etc.) y, por lo tanto, el movimiento. El cartílago es el tejido encargado de recubrir los extremos de estos huesos y es indispensable para el buen funcionamiento de la articulación puesto que actúa como un amortiguador.

La artrosis provoca el deterioro del cartílago articular provocando que los huesos se vayan desgastando y aparezca el dolor. A medida que el cartílago va desapareciendo, el hueso reacciona y crece por los lados (osteofitos) produciendo la deformación de la articulación.

Incidencia
La artrosis es la enfermedad articular más frecuente en España, según los datos de la Sociedad Española de Reumatología, que estima que más de 7 millones de españoles mayores de 20 años tienen artrosis de rodilla, mano o columna. Además, esta enfermedad es más frecuente en mujeres, un 52 por ciento, frente al 29 por ciento en los hombres.

“Desde el punto de vista radiológico, el segmento de población entre los 50 y 64 años presenta un 70 por ciento de artrosis en las manos, un 40 por ciento en los pies, un 10 por ciento en las rodillas y un 3 por ciento en las caderas”, señalan.

Además, según la Organización Mundial de la Salud, cerca del 28 por ciento de la población mundial mayor de 60 años presenta artrosis y el 80 por ciento de ésta tiene limitaciones en sus movimientos. El aumento de la esperanza de vida y el envejecimiento de la población harán que la artrosis se convierta en la cuarta causa de discapacidad en el año 2020.

Causas
A día de hoy no se conocen con exactitud las causas que producen la artrosis, pero existen algunos factores de riesgo asociados a su aparición:

Edad: aumenta de forma exponencial a partir de los 50 años.

Sexo: afecta sobre todo a mujeres mayores de 50-55 años.

Genética: puede ser también una enfermedad hereditaria. En concreto, la herencia genética en el desarrollo de la artrosis puede llegar a ser hasta de un 65 por ciento.

Actividad laboral: la repetición de los movimientos articulares puede llevar, a largo plazo, a la sobrecarga articular. Por eso, determinadas actividades laborales (peluqueras, albañiles, etc.), pueden provocar la aparición de artrosis.

Actividad física elevada: los deportistas de élite tienen mayor riesgo de desarrollar la enfermedad.

Menopausia: la disminución de los niveles de estrógenos que se produce con la llegada de la menopausia es uno de los factores de riesgo para su desarrollo.

Obesidad: no parece participar en el desarrollo de artrosis, pero sí que puede agravarla en determinadas articulaciones como las rodillas.

Traumatismos: fracturas y lesiones pueden ser un factor desencadenante.

Síntomas
Las manifestaciones de la artrosis son muy variadas, progresivas y aparecen dilatadas en el tiempo.

Los síntomas más frecuentes son el dolor articular, la limitación de los movimientos, los crujidos y, en algunas ocasiones, el derrame articular. Además, algunas personas pueden presentar rigidez y deformidad articular.

El síntoma que más preocupa a las personas con artrosis es el dolor. En un primer estadio, éste se desencadena cuando se mueve o se realiza un esfuerzo con la articulación. Este dolor suele cesar con el reposo. Posteriormente, el agravamiento de la artrosis hará que el dolor aparezca tanto con el movimiento, como con el reposo.

Uno de los puntos buenos del dolor artrósico es que no siempre es constante, por lo que los pacientes pueden estar durante largos periodos de tiempo sin padecer dolor, lo cual no significa que la artrosis no siga su evolución.

Prevención
La principal medida que tienen que tener en cuenta los grupos de riesgo para prevenir el desarrollo de la enfermedad es llevar una dieta sana y equilibrada, como la dieta mediterránea, realizar ejercicio físico de forma moderada, actividades que sean acordes a la edad y el estado físico actual de la persona y evitar la obesidad.

También conviene limitar el esfuerzo físico intenso, como cargar objetos pesados o las actividades laborales que implican sobreesfuerzo.

Por otro lado, los expertos recomiendan que las personas sean cuidadosas al practicar deportes de contacto, como el fútbol o el rugby, ya que no están recomendados para los pacientes con artrosis. El motivo es que estos deportes son uno de los factores que pueden desencadenar la enfermedad. De hecho, muchos futbolistas padecen artrosis de rodilla debido a las lesiones que han sufrido en el menisco.

En caso de tener la enfermedad deben evitar los movimientos que producen dolor, sin llegar a inmovilizar la zona.

Tipos
En la actualidad la artrosis se manifiesta principalmente en cuatro áreas:

Rodilla izquierda

Artrosis de rodilla
La artrosis de rodilla es el tipo más frecuente de artrosis. De hecho, en España la sufren un 10 por ciento de los españoles. Se puede distinguir entre dos tipos de artrosis de rodilla:

Artrosis de rodilla primaria: está muy relacionada con el envejecimiento y con la genética, y va ligada al desgaste de las diferentes partes que forman la rodilla (los huesos la membrana sinovial y el cartílago).

Artrosis de rodilla secundaria: se suele producir por una lesión previa, como pueden ser una fractura o una lesión de ligamentos. Suele afectar a deportistas y a personas obesas, ya que el sobreesfuerzo que exigen a sus rodillas es elevado.
En este caso la enfermedad afecta a las partes interna y/o frontal de la rodilla provocando dolor cuando se realiza un esfuerzo. Como consecuencia de este dolor y por la evolución degenerativa de la enfermedad el paciente puede tener cojera si la enfermedad avanza a un estadio avanzado. En este tipo de artrosis el movimiento de la articulación suele causar chasquidos.

Artrosis de manos
La artrosis de manos es el segundo tipo de artrosis más común. En España la sufren un 6 por ciento de los ciudadanos. Suele estar estrechamente ligado al sexo femenino y a la herencia genética del paciente. La artrosis de manos se origina en una articulación y, posteriormente, puede extenderse al resto de la mano.

Es muy visible, ya que suele deformar los dedos y llega a afectar al día a día de los pacientes en tareas cotidianas como la escritura. Durante el proceso el dolor acompaña la evolución de la enfermedad siendo más fuerte al principio y mitigándose a medida que aparecen los nódulos. Las molestias suelen disminuir cuando la deformación se completa. La funcionalidad de la mano puede verse afectada y la articulación puede quedar un poco flexionada o desviada.

Artrosis de cadera
La artrosis de cadera es aquella que afecta a la parte superior de la pierna. Este tipo de artrosis es bastante frecuente, aunque no tanto como la artrosis de rodilla o de mano. En general, es propia de personas mayores, pero puede aparecer antes de los 50 años, siendo excepcional en jóvenes.

El síntoma fundamental es el dolor, que se localiza en la zona de la ingle y en la zona interna del muslo. Sin embargo, en ocasiones el dolor se puede reflejar en la rodilla.

Al principio de la enfermedad, el dolor sólo aparece al caminar y al subir o bajar escaleras. También se siente dolor tras un período de reposo, hasta que la articulación entra en calor, y luego vuelve a aparecer tras una larga caminata o ejercicio prolongado, porque se sobrecarga la articulación. De forma progresiva, se van haciendo difíciles acciones tan elementales como cruzar o flexionar las piernas, o caminar. En estadios avanzados el dolor puede aparecer durante la noche, por la posición de reposo y, con el paso del tiempo, es normal que aparezca cojera al caminar.

Artrosis de columna
La columna vertebral está formada por muchas articulaciones. Esto provoca que se pueda desarrollar artrosis en esta zona, frecuentemente en el área lumbar y cervical.

Este tipo de artrosis puede ser asintomática por lo que en muchas ocasiones no está diagnosticada y se localiza de forma fortuita al realizar una radiografía por otro motivo.

El dolor puede aparecer al realizar actividades mecánicas, como movimientos y sobrecargas en la zona afecta. Además, los cambios de tiempo y de presión suelen agravar el dolor.

Diagnóstico
Según explican desde la Sociedad Española de Reumatología (SER), el diagnóstico de la patología se realiza mediante una entrevista clínica.

Existen algunas pruebas que ayudan al especialista a completar el estudio. Mediante una radiografía el médico puede distinguir los osteofitos, el pinzamiento del cartílago, las geodas subcondrales y la disminución asimétrica del espacio articular, síntomas claros de la artrosis.

Otras pruebas que se pueden utilizar en casos excepcionales son la TC y la resonancia magnética cuando el médico tenga dudas sobre el origen del proceso o esté estudiando de forma complementaria otros problemas, como una extrusión discal en una espondiloartrosis o la rotura meniscal en una gonartrosis.

Por último, la ecografía de alta resolución se ha incorporado como una herramienta diagnóstica muy eficaz porque revela las partes blandas que rodean la articulación, así como si hay inflamación o lesión en alguna de ellas y distinguir si el perfil del hueso se está alterando.

Tratamientos
El principal objetivo del tratamiento en la artrosis es mejorar el dolor y la incapacidad funcional sin provocar efectos secundarios.

Para conseguirlo, desde la SER insisten en que el primer paso que deben dar los especialistas es enseñar a los pacientes a evitar todo lo que contribuye a lesionar las articulaciones como el sobrepeso, los movimientos repetitivos, actitudes inadecuadas en el trabajo, el calzado, los útiles de cocina, el mobiliario, etc.

En segundo lugar, se aconseja que cada paciente tenga una tabla de ejercicios personalizada y adaptada que deberá realizar bajo la supervisión del fisioterapeuta para mejorar el curso de la enfermedad.

Por último, desde la SER señalan que el reumatólogo decidirá el tratamiento farmacológico adecuado para cada caso:

Antiinflamatorios y/o analgésicos
En la fase más aguda, el dolor aumenta mucho a causa de la inflamación de la zona afectada. Llegados a este punto, puede ser necesaria necesaria la prescripción médica de antiinflamatorios y/o analgésicos para reducir la hinchazón de la zona y así calmar el dolor.

Medicamentos condroprotectores
Son los únicos medicamentos específicos para tratar la artrosis a largo plazo porque actúan directamente sobre la articulación afectada. No sólo alivian el dolor y mejoran la movilidad, sino que se está demostrando que tienen capacidad para atacar la enfermedad de raíz, ralentizando el deterioro de la articulación. Entre ellos encontramos fármacos como el condroitín sulfato, el sulfato de glucosamina y el ácido hialurónico.

En 2015, The Cochrane Library publicó una revisión sobre condroitín sulfato que confirma la eficacia y seguridad de este fármaco en el tratamiento de la artrosis. Las conclusiones evidencian que los pacientes tratados con condroitín sulfato presentaron una mejora del dolor y de la capacidad funcional estadísticamente significativa y clínicamente relevante frente a placebo, demostrando además ventajas de seguridad.

Cirugía
Si el paciente se encuentra en un estadio final de la enfermedad los especialistas recomiendan como opción terapéutica la cirugía protésica.

Otros datos
Pronóstico
Aunque esta enfermedad no es muy grave, sí disminuye significativamente la calidad de vida de los pacientes. De hecho, su pronóstico difiere bastante dependiendo de la articulación que esté afectada y la evolución de la patología.

Además, factores como el diagnóstico temprano y las medidas de prevención articular pueden contribuir a ralentizar el desarrollo de la artrosis.

En términos generales, la SER explica que la evolución de la patología es lenta y progresiva.

¿Cómo afecta a la vida del paciente?
El dolor y la falta de movilidad son los principales factores que inciden y disminuyen la calidad de vida de los pacientes.

Dado que la enfermedad afecta sobre todo a los pacientes que superan los 60 años de edad, la limitación funcional puede hacer que aumente el sedentarismo en estos grupos de población. Ello puede fomentar la obesidad , y con ello el riesgo de que aumenten los niveles de colesterol, presencia de diabetes, hipertensión, u otros factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares.


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jueves, 19 de octubre de 2017

Cuide la salud de su sus huesos con.. ejercicio y alimentación

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Cuide la salud de su sus huesos con.. ejercicio y alimentación 

>> Ejercicios recomendados por la US National Osteoporosis Foundation:
Caminar
Yoga
Escalinatas
Saltar la cuerda
Excursionismo

>> Consume
– Frutas y verduras
– Hojas verdes
– Almendras
– Legumbres
– Aguacate
– Higo
– Brócoli
– Maíz
– Berros

>> Evita:
– Exceso de proteína animal
– Alimentos procesados
– Azúcar y harina refinada
– Sal refinada
– Refrescos

Bajar de peso genera muchos beneficios en la salud y calidad de vida de las personas con obesidad, porque se reducen los niveles de colesterol, de presión arterial; sin embargo, muchas dietas puedes dañar los huesos.

Un estudio de la Universidad de Rutgers sugiere que después de seis semanas de estar a dieta, los huesos de las mujeres no absorben correctamente el calcio como aquellas que no se encuentran en un plan alimenticio estricto.

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En la investigación, los autores detallaron que el tipo de alimentación puede hacer vulnerables a los huesos y ocasionar descalcificación, a pesar de que se tomen suplementos alimenticios.

Entonces, ¿cómo las mujeres pueden cuidar los huesos en un plan alimenticio para bajar de peso, sobre todo en el que se suprimen los lácteos? De acuerdo con información publicada en The Huffington Post, se pueden seguir los siguientes pasos:

Cuánto calcio necesitas. Debes identificar la cantidad de calcio que necesita tu cuerpo diariamente.
Absorción correcta de calcio. Para que tu cuerpo adquiera el mineral necesario debe tomar algunos baños de sol o ingerir alimentos con vitamina D como el aceite de hígado de bacalao.
Evita la cafeína. El café en exceso, las bebidas energéticas y los refrescos no permiten una adecuada asimilación del calcio.
Lee las etiquetas. Algunos productos tienen diferentes cantidades de calcio. Elige la que más se acerque a tus necesidades.
Elige alimentos ricos en calcio y bajos en calorías. El requesón, yogur y queso ricota parcialmente descremado son fuentes de calcio bajos en calorías, y se pueden mezclar en licuados, pastas, sopas.

Por otra parte, el ejercicio o la actividad física es parte importante en el fortalecimiento de los huesos, principalmente para prevenir la osteoporosis. Y tú, ¿cómo cuidas tus huesos?


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